miércoles, 20 de febrero de 2008

VANESSA(HISTORIA)

A CONTINUACIÓN LES DEJO UNA HISTORIA, ES UNA OBRA MÁS QUE DECIDO COMPARTIR CON USTEDES Y QUE ESPERO LES GUSTE. ACEPTO, POR SUPUESTO, SUS CRÍTICAS O SUGERENCIAS, OPINIONES Y LO QUE TENGAN QUÉ DECIR. ENTRE OTRAS, ESTA OBRA FORMARÁ PARTE DE UNA COLECCIÓN QUE PRESENTARÉ, SI ME ES POSIBLE Y LA SUERTE NO ME ABANDONA, EN MAYO, EN LA FERIA DEL LIBRO QUE SE PRETENDE HACER EN MI CIUDAD NATAL NUEVA ITALIA, MICHOACÁN Y DE LA CUAL TENGO MUCHAS ESPERANZAS DE QUE LOGRE SER RECONOCIDO COMO ESCRITOR EN MI CIUDAD Y ASÍ IR TOMANDO EL PESO QUE QUIERO EN MIS PALABRAS, PARA PODER ENCARGARME DE "RECLUTAR" (CUAL ESPECIE DE CLAN) A OTROS ESCRITORES DE LA CIUDAD Y DE LA REGIÓN PARA FORMAR EL GRUPO DE ESCRITORES QUE SIEMPRE HE QUERIDO FORMAR.

LA HISTORIA SE LLAMA "VANESSA", DISFRÚTENLA:

La impactante historia de Vanesa es una más de las que suceden y son olvidadas. Vanesa fue hija de dos adinerados hacendados que vivían en el norte de República Mexicana. Era hija única. Hermosa. Soñaba con ser diferente a todas las mujeres que había conocido, pues todas se habían casado por conveniencia de los padres y no por su propia voluntad. Ella quería ejercer su libre albedrío. Esa libertad de estar con quien realmente se ama.


Su padre era un macho tradicionalista que no le gustaba dar de qué hablar ante la sociedad morbosa y asfixiante que los rodeaba. Por ello, quería que Vanesa se casara con Claudio, un hombre maduro que era por todos conocido y temido, perverso, ruin y ambicioso que conseguía de una u otra forma todo lo que quería.


La madre de Vanesa era una mujer sumisa, quien sufría mucho por la angustia de que su única hija terminara mal por no obedecer a su padre. Sobretodo porque ella sabía ya que su hija se veía, desde hacía tiempo, a escondidas con un joven, al cual verdaderamente amaba y que por su condición de pobre no era del agrado de su esposo. Fernando (el joven) quería algún día poder llevarse de la hacienda a Vanesa y formar una familia feliz. Tenía buenos sentimientos y sueños donde su amaba siempre estaba presente.


Pronto llegó el cumpleaños número dieciocho de Vanesa, donde sería formalmente revelada la fecha de boda entre ésta y el perverso Claudio y a la que había sido invitada toda la gente del pueblo. Después de la cena, Vanesa le hizo una señal a Fernando para verse del otro lado de la hacienda, donde se encontraba un lago. Cuando por fin lograron llegar a un lugar sin ser vistos, comenzaron a platicar desesperadamente sobre su huida. Se pusieron de acuerdo y después se metieron al lago a nadar, sin medir los riesgos de que alguien se percatara de lo que estaban haciendo.

Se desnudaron y dentro del lago comenzaron a abrazarse efusivamente, a soñar juntos, como niños. Se acariciaron y después no pudieron contenerse para consumar una vez más aquél amor oculto, el cual se demostraban con basta pasión.


Perdidos en la entrega, no se dieron cuenta que alguien de los invitados a la fiesta los vio y, de pronto, escucharon la voz del malvado Claudio que había llegado hasta aquella parte de la hacienda: "Me costaste mucho como para matarte. Sal del lago y olvídate para siempre de este infeliz; jamás volverán a estar juntos". Vanesa, asustada, salió del lago, mientras veía cómo a Fernando lo sacaban desnudo algunos de los hombres de Claudio y lo golpeaban de una manera cobarde, sin consideración. Vanesa lloró amargamente y su aloma se desmoronaba.


Cuando los hombres de Claudio se llevaban a Fernando, Vanesa le gritaba que era un desgraciado; Claudio sólo se limitó a darle una cachetada y le ordenó que se vistiera.


Regresaron a la fiesta y Claudio se dirigió a la gente de una manera abrupta, llevando consigo a Vanesa, diciéndoles que la boda se había adelantado para el día siguiente. Todos los invitados se sorprendieron, pero, aunque sabían que algo había sucedido, nadie comentó nada.


Vanesa, cuando tuvo oportunidad de hablar con su madre en privado lloró con ella y le suplicó que investigara lo que había sucedido con su amado.


Al otro día, después de la boda en la iglesia, Vanesa le preguntó a su madre sobre el encargo que le hizo, a lo que ésta le contestó que lo habían encontrado golpeado salvajemente y atado en un árbol, ahorcado. La noticia llenó de dolor el alma de Vanesa, pero no podía hacer nada. De pronto, Vanesa en su rostro reflejó una firmeza nunca antes mostrada. La rabia le consumía y le dijo a su madre con una total seguridad: "Mamá, mírame a los ojos muy bien, porque esta mirada ya nunca la vas a encontrar, ni mi rostro, ni mi risa, ni a la niña que tanto te ama. Ya nunca seré la misma."


Vanesa se fue a su ahora nueva casa y al entrar se encerró en su cuarto. Cuando alguien tocó a su puerta, antes del anochecer, respondió que le dijeran a Claudio que lo esperaría ahí para la noche de bodas.


Fue una tarde rara, pues nunca nadie había sabido de una fiesta de bodas en la que la novia no estaba presente.


Cuando Claudio se fue a su recámara, iba jactado por haber logrado lo que quería; incluso, cuando abrió la puerta del cuarto le llamó "mi amor" a Vanesa. Al entrar, escuchó que la regadera estaba abierta y pensó que Vanesa se estaría preparando para la noche de bodas. Gustoso, se quitó la ropa y se recostó en la cama para esperar a que Vanesa saliera.


Por fin salió Vanesa del baño y gran impresión se llevó Claudio al encontrarse preparado para hacer el amor con una mujer que tenía la cara desfigurada con cortaduras de navajas que, entre llanto, sangre y dolor, se burlaba de él y le pedía cobrarse el dinero que había pagado a su padre por su cuerpo.


Claudio se desesperó y se levantó rápidamente de la cama. No daba crédito a lo que sus ojos le mostraban. Sin articular palabra, se acercó lentamente a Vanesa y después caminó hacia el buró de su cama, abrió uno de los cajones y sacó una pistola, la cual llevó a su cabeza y presionó para quitarse la vida. Aunque no era la reacción que Vanesa esperaba, ya no había nada que ella pudiera hacer.


Se vistió Vanesa y salió huyendo del lugar, casi satisfecha por haberse vengado de Claudio y destrozada por saber que, aún sacrificando su belleza y juventud de esa manera, no volvería a ver a Fernando.


Desde ese entonces, Vanesa nunca volvió a su casa ni en el pueblo se supo más de ella. Se formularon varias versiones de la historia, pero ninguna fue verdadera. La única que fue más creíble, es esta que conté alguna vez en ese pueblo y que les cuento ahora: Vi a Vanesa durante algún tiempo allá en el norte de la República. Nunca quise decirle quién era, sólo le regalé algunas veces unas monedas para que comprara algo de comer. Recuerdo que vagaba por las calles, llevando consigo siempre una caja de pinturas con las que trataba de maquillar su desfigurado rostro. Quizás había ya perdido la noción del tiempo, no aceptando lo que había acontecido en su vida. No aceptando quizás que su rostro ya no volvería a ser el mismo y, tal vez, esperando a que al regreso de su amado Fernando no la encontrara sin la belleza que conoció antes de marcharse.


No la he vuelto a ver desde hace mucho tiempo. Quizás fue mejor así, pues era muy difícil para mí verla y no poder deslindarme de aquéllos años en los que aún no cambiaba mi vida; esos tiempos en que trabajaba para un hombre tan perverso como Claudio, quien me ordenara jalar la cuerda con la que fue asesinado Fernando, el gran amor de Vanesa.




FIN

FERNANDO REBOLLAR

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